Sí, hemos despertado.
Se acabó el macabro experimento de autómatas que solo siguen el cuento.
Hasta acá llegaron los años de silencio.
La falacia se agotó, la sociedad despertó.
Fueron tres décadas para un pueblo, pero son siglos los que arrastra el mundo
con la imposición de un modelo social que nos descompone el rumbo.
Hay millones de almas con tino, que más allá de las banderas, se cansaron de la opresión de gobiernos lacayos de la corrupción y de ser testigo oprimido de todo aquel famélico ambicioso que acata órdenes de imperialismos asesinos.
Las manos se alzarán hasta que cesen los saqueos de este mercado violento y transnacionalizado, hasta que no queden niños, ni jóvenes en desconocimiento por el soberbio negocio de la educación y la diversidad sea género y raza de representación.
Hasta que la salud sea derecho real, nuestra vejez sea recibida con justa pensión y el poder económico suelte el control de los medios de comunicación.
Las calles se colmaran hasta que comprendamos que no hay mujer débil y que es la sociedad castradora, la que históricamente debe rendir cuentas por su violencia ensordecedora. Seguirá ardiendo la revolución hasta que los recursos naturales como el agua, el aire dejen de estar privatizados y por la polución devastados, hasta que se entienda que cuando el pueblo habla, el político debe salir de su corrupto cascarón y dejarlo participar activamente de toda decisión.
Sí, hemos despertado…
Y seguiremos con los ojos abiertos, aunque nos mutilen la visión, nos difamen la lucha, encarcelando la libre opinión, la autónoma decisión, opriman el sexo,y silencien el origen real de nuestra cultura.
Por todos los presos, agredidos, muertos y desaparecidos, para terminar con esta contemporánea dictadura. Por Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, Honduras, Cataluña, Hong kong, Turquía, Kurdistan, Siria, Algeria, Francia, Tibet, Libano y todos los pueblos que luchan por vivir con justicia y dignidad.
(Texto, pretexto de inspiración)