Por Natalie Harker.
Mural Web por Raphael Jacques.
Basada en la entrevista a la antropóloga Catalina Saugy, investigadora de Instituto Nacional de Antropología y Estudios Latinoaméricanos de la Argentina. La dormida desesperación de cambio, el deseo y rechazo constante de ser quienes somos. La dictadura de la moneda se desvanece, la cárcel monetaria nos deja libres. Se puede vivir de otra forma, no es necesario seguir así.
Es injusto con nosotros mismos asumir sin cuestionar la historia de una moneda que nos domina. Sin duda existen interacciones que no se reducen a la dinámica del sistema de moneda, y aún a pesar de ello, es nuestro símbolo más significativo de existencia en nuestra sociedad. En ella reside la construcción de los distorsionados valores actuales, y es por esto que desde ella misma se fortalece nuestra inconformidad y nuestro más profundo deseo de cambio.
Un deseo,desde una contradictoria desesperación dormida,de modificar estas dinámicas violentas y agresivas con las que vivimos diariamente, anhelando nuevas rutas de vida y otro mundo diferente al que construimos día a día. Renegando y a la vez sustentando este sistema de vida depredador, instalado y legitimado desde la ley y los gobiernos.
Aún con esto, hay muchas relaciones que exceden el sistema de moneda actual, la ‘dictadura’ de la moneda no logra manejar todos los estadios de nuestras vidas, y es este importante aspecto el que insistimos ignorar. Sobre estas reflexiones, la antropóloga e investigadora argentina Catalina Saugy enfatiza en la importancia de estas formas de economía sin dinero, inclusoen la fuerza de la evidencia de un mundo antepasado que por miles de años existió sin la moneda.
La cárcel monetaria no es tan fuerte como no la han hecho pensar, si bien este sistema se ha encargado de suprimirnos las facultades para suplir nuestras necesidades básicas y hacernos ‘inútiles dependientes’, está visto que se puede vivir otra vida, con otras formas de interacción con los demás, no es necesario seguir así.
Catalina nos habla de un ejemplo muy representativo con la Argentina del 2001, en donde la conocida crisis financiera que se vivió durante el gobierno de De la Rua, dejó a la gente sin dinero o con un dinero que súbitamente había perdido todo su valor. Fue en este momento que empezó una explosión de nuevas formas de interacción con los otros y la re-implementación del antiguo trueque, con ferias de intercambio en donde necesariamente se pusieron en práctica otras formas de relación humana.
Sin embargo, las necesidades impuestas del entorno,hacían necesario para la gente la acumulación derecursos, que solo eran ‘reales’ al transformarlos en dinero, para así poder pagar deudas adquiridas sin opción. Como por ejemplo nuestra deuda eterna con el “Estado”, acaso ¿cuándo decidimos adquirirla? ¿Tenemos libertad de renunciar a ella? ¿En qué momento aceptamos esta forma oculta de esclavitud?Y entonces estos intentos de nuevos modos de vida quedan como un pintoresco ejemplo aislado…
Aun así la frustración social es hoy tan severa, que aquellos ejemplos esporádicos son cada vez más comunes, e incluso han llegado a generar de a poco en algunas esferas, nuevas formas jurídicas e impositivas, ya que es sin duda la gran y compleja red de normas creadas y aprobadas por los gobiernos las que nos hacen difícil desatarnos de los miles de enredados hilos tejidos por los poderes financieros.
Pero esto va más allá, no solo nos tienen maniatados si no que en una gran parte somos nosotros mismos los que seguimos reforzando el nudo. Logramos percibir la herrada concepción humana de habitar el mundo pero no hacemos nada por enfrentarla y cambiarla. Y nos creemos la falacia de vivir con decisión, cuando nuestros idearios son todos impuestos y aceptados. Solo un cambio de noción de mundo lograría solidificar otras formas de vida en comunidad.
Esta es, por ejemplo, la propuesta planteada por el humanista argentino Juan Drault dentro del proyecto del “Mundo sin dinero” basado en otro tipo de construcción mental propia de mundopara lograr la modificación de la cultura violenta, egoísta e insolidaria actualmente instalada como regla de interacción. Nuestras acciones en función de la lógicaeconómicason anti-naturales y por supuesto carecen de sentido de comunidad y respeto al entorno.
Como lo plantea Juan “la tierra y sus recursos estaban antes del ser humano, por tanto no hay derecho ni lógica que nos permita tener propiedad sobre estos (…) la utilización de recursos debiera entenderse como un préstamo del cual debemos hacer el mejor uso posible”. El planeta como un todo es nuestro recurso, no somos dueños de la tierra, por eso los recursos son tan de todos como de nadie, son un regalo que se comparte por todos, y que va a ser libremente usado por todos con el cuidado que motiva cualquier cosa que hoy ‘concebimos’ como nuestra.
Este sentido individualista de creer que hay cosas de las que nos podemos apropiar, cosas con más o menos valor, esta idea errónea de competir y ganar, es lo que nos ha impedido otra forma de acción, de hecho nos impide la propia acción, pues si ésta no es retribuida en algún valor, en nuestro mundo de ideas no tiene sentido.
Esto lo explica mejor el concepto de economía sustentable planteado por Martín Traverso, en donde el hecho de dar implica por sí mismo recibir, sin ningún calculo en beneficios, solo por la fuerza misma de la acción. Traverso profundiza sobre esta “ley cósmica” de interacción de la que todos participamos aún sin darnos cuenta o sin querer hacerlo.
Esta noción de ‘economía cósmica’ plantea como efecto de la acción unmovimiento que va a generar una reacción, este es el caso de las relaciones basadas en el dar, como las que diariamente alimentamos con nuestros afectos, las cuales son casi implícitamente totalmente exentas de cálculos económicos, actuando por gusto y recibiendo por simple reciprocidad.
Son justamente estas acciones que tienen un valor invisible las más significativas al momento de interactuar con los demás y de evaluar nuestras vidas, ya que son justamente estas interacciones espontaneas y naturales las que nos generan una relación más satisfactoria con el mundo, y nos demuestran que no es cierto que sea connatural al hombre pensar siempre en relaciones interesadas traducidas en dinero. Estas vivencias frecuentes de interacción con los demás en las que el cambio es inexistente son la prueba de que somos otros si despertamos a descreer el mundo que nos han pretendido instalar.