Las horas corren y por más que lo evites no puedes dejar de escuchar como son devoradas. Aunque no lo digas en voz alta el valor de la vida te parece cada vez más trivial, y para qué hablar de satisfacción, la sonrisa muchas veces te fue insostenible y “la felicidad” se tornó tan efímera que llegaste a tacharla de cursilería. Estándares de valores para todo y todos. Cuando Jenofonte pronunciaba por primera vez la palabra “economía” nunca predijiste lo que se detonaría. La transacción comercial terminaría abarcando cada partícula de tu vida. Aprendiste a extraer del entorno lo que necesitaste y a distribuir de una manera supuestamente justa. Intercambiaste intereses, serviste a otros, ofreciste amor, regalaste vida, vendiste tu alma, negociaste amistades, ahorraste malos momentos e incluso estafaste… Hoy eres un ser productivo y tu destino está cercado. He aquí tu historia, nuestra historia, la del ser humano materializando su idea de “bien” en propiedad privada, tan obsesionado por su “bienestar” que lo ha convertido en algo más inalcanzable que la misma abstracción.
Ofreciste amor, regalaste vida, serviste a otro, vendiste tu alma, ahorraste malos momentos e incluso estafaste. Hoy eres un ser productivo y tu destino está cercado. He aquí tu historia, el ser humano convirtiendo su idea de “bien” en propiedad privada, tan obsesionado por su “bienestar” que lo ha convertido en algo inalcanzable.