Los naturistas más importantes del mundo, entre ellos John Ray (1628 – 1704) padre de la historia natural inglesa, aseguraron que el ser humano no es carnívoro en primera instancia. En sus orígenes sólo comía verduras y frutas, pero en la última era glacial cuando escasean las frutas, verduras y oleaginosas, el humano comienza a comer carne.
Las evidencias científicas indican que el hombre es Omnívoro, es decir, es capaz de sobrevivir comiendo alimentos vegetales y animales. No necesita comer carne para subsistir, pero a pesar de que sus intestinos no estén diseñados para ello, es capaz de digerirla.
Ademas, con el fin de poder establecerse en un lugar fijo, las sociedades primitivas inciaron la prática de producción de alimento. Dejando su hábito nomade, los cazadores ya no iban tras la ruta de sus presas, al descrubir que capturar y domesticar a los animales les permitía tener comida y otros bienes para tiempos futuros. A esto se sumó el cultivo de las tierras en coordinación con el ambiente, dando el paso de la recolección a la producción, lo que permitió generar el alimento necesario para vivir en asentamientos.
No muy diferentes fueron los días hasta la llegada del modelo económico capitalista, que de la mano de la industrialización, dejó de lado la alimentación como necesidad básica para vivir. La producción de alimentos empieza a salirse de su ciclo natural dentro de una industria que pretende producir artificalmente lo que viene de un proceso biológico.
La falacia de un desarrollo industrial que solucionaría los problemas del mal llamado ‘tercer mundo’ hizo que esta sobreproducción artificial suprimiera los métodos tradicionales de producción, acabando con las culturas alimentarias, e imponiendo un ‘deber comer’ que impide la práctica del derecho a decidir cómo y con qué alimentarnos.