Por: Natalie Harker
“La violencia se aprende, no se nace violento, no es una enfermedad. Estos patrones llegan a formar parte de nuestra identidad. Se ve a la violencia como herramienta para conseguir lo que se busca, es un comportamiento social.”
Según el Programa de Víctimas contra la Violencia del Gobierno de la Nación Argentina, en un mes, de los 1.182 llamados de emergencia recibidos, un 70% corresponde a casos de violencia de género. Claudia Bani, psicóloga de la Dirección General de la Mujer, nos habla de las vías de contención para las víctimas de maltrato, la ruta crítica que estas presentan, y los retos para superarla. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ruta crítica se inicia cuando la mujer decide romper el silencio y hacer pública su situación de maltrato. En este camino, se encuentra con factores que la inhiben o la impulsan a salir de esta situación.
¿Cuál es el principal motivo por el que se presenta esta ruta crítica?
El principal factor que genera la ruta crítica es el desconocimiento. La mujer afectada no sabe a dónde ir ni cómo hacer para exteriorizar su caso de violencia. La víctima en inicio cree que es la única que sufre esta situación, por lo que se va aislando de su círculo cercano hasta quedar sola en un contexto de fácil dominación. El aislamiento es una de las técnicas que aplica el violento para someter a la víctima.
¿Cuáles son estas técnicas?...
El agresor tiene patrones de conducta muy similares en la mayoría de los casos. Erosiona la psiquis de la persona y la debilita, impidiéndole reaccionar y pedir ayuda. Aquí se da el círculo de la violencia, que habla del proceso que tiene esta cuando se instala dentro de un vínculo. La justificación de una primera vez da inicio a este círculo. Iniciada la violencia siempre se va a repetir.
Tras cada episodio violento viene el periodo conocido como ‘luna de miel’, el perdón, el arrepentimiento, la culpa de la mujer, que es convencida para esta tregua. Si esto no da resultado llegan las amenazas. El violento se caracteriza por tener una doble fachada, una es su fachada social y otra su fachada privada y violenta.
Es un asunto cultural…
La violencia se aprende, no se nace violento, no es una enfermedad. Estos patrones llegan a formar parte de nuestra identidad. Se ve a la violencia como herramienta para conseguir lo que se busca, es un comportamiento social. Es un asunto cultural debido a nuestra sociedad patriarcal, un sistema jerárquico al que también responden las organizaciones políticas, de salud, policiales y judiciales.
El machismo tiene todo que ver en este asunto, una noción de un hombre dominante que por condición ejerce sometimiento. Esto tiene su origen en la tradición social de patriarcado y los chicos repetirán las conductas de los padres.
En este aspecto ¿Cómo considera usted que se encuentran aplicadas las políticas existentes en la Argentina?
A mi juicio aún no son las suficientes, ni tan solidas, ni las necesarias. Tan solo en el 2011, se registraron 270 homicidios de este tipo, o femicidios como ahora se les denomina, 270 casos conocidos y con seguridad cientos más de casos ocultos. Este asunto se puede considerar como una pandemia, un problema mundial.
Cuando la mujer decide denunciar su situación de maltrato ¿Qué pasos debe seguir?
El inicio de esta etapa se da cuando la mujer decide hablar, la primera exteriorización del problema suele ser a las personas de su entorno. En el momento que la situación ha llegado a atentar contra su vida o ve involucrados a sus hijos, la mujer maltratada tiene una primera reacción y saca su problema del ámbito privado.
La segunda instancia es la denuncia en la comisaría, donde la mujer acude tras un proceso de decisión para usualmente encontrarse con que se le desestima su situación. En este momento se suelen escuchar comúnmente argumentos que restan importancia a la denuncia de la mujer (pero él es su marido, es un asunto doméstico, soluciónelo en casa…) Aquí, la mujer realiza la exposición civil de su caso, comentando detalladamente su situación. Esta exposición civil no es una denuncia, es importante que la víctima no lo tome como tal.
Si se tiene en cuenta que el maltrato a la mujer tiene un origen en la construcción social, en la propia comisaría quien toma la denuncia puede ser maltratador o machista, pues es producto de esta estructura social. Por eso, se aconseja que no se hagan las denuncias en una comisaría que no sea especializada, se recomienda dirigirse a una comisaría de la mujer o a los lugares en donde se este preparado para el manejo particular que requiere este tema.
¿Cuáles son estos lugares?
La Dirección General de la Mujer, por ejemplo, deriva los casos o denuncias a la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), lugar que esta entrenado y preparado para realizar la intervención necesaria que cada caso amerite.
También los casos se derivan al Centro Integral de la Mujer (CIM) que corresponda, en donde la mujer maltratada encuentra asesoría jurídica gratuita, siendo este otro de los obstáculos principales que presenta la ruta crítica, lo cual le asegura a la mujer la ayuda judicial pertinente. En el 75% de los casos de violencia de género la agresión es por parte de la pareja. Los CIM también atienden situaciones de riesgo. Si la situación de la mujer es considerada como tal se deriva a la Casa de refugio para mujeres víctimas de la violencia.
Claudia Bani nos plantea un panorama en el que solo un fuerte cambio mental, una modificación de las costumbres culturales, y una ruptura con los comportamientos y concepciones tradicionales, erradicaría la socialmente legítima violencia de género.