Por: Ivonne Morales
El hombre y sus hábiles manos eran suficientes para producir, así surge la artesanía. Un oficio prehistórico que se pudo diferenciar del concepto de arte por su utilidad social en el renacimiento. Ahora enfrenta la vorágine de la industria tecnológica como un trabajo irrepetible, espejo de su cultura originaria, pero vinculado en muchos casos a la ilegalidad.
Según “El trabajo Informal en América Latina: Comercio Callejero” -estudio de la Universidad Federal de Rio Grande (Brasil)- el origen de la “economía informal” es consecuencia de la regulación que ejerce el mercado neoliberal en el sistema laboral, ya que impone rigideces en el contrato y remuneración de los trabajadores y genera el surgimiento de la informalidad comercial en casos como el del artesano y el vendedor ambulante.
Hoy el trabajo artesanal en el mundo funciona con leyes que potencian su fomento, pero en términos de espacio existe un problema importante, ya que las características nómades de este oficio que atraviesa calles, ciudades y, en algunos casos, países no son concebidas dentro de un sistema que castiga el comercio callejero.
Como en gran parte de Latinoamérica, en Argentina disponen ferias para el desarrollo de la artesanía en calles y recintos. Sin embargo, contradicen leyes que prohíben la venta en espacios públicos, provocando en el caso de Buenos Aires, que el Gobierno de la Ciudad intente removerlos constantemente de calles que durante años funcionaban como sitios para artesanos. Ellos, como los revendedores, fueron desalojados a comienzos de año de la concurrida peatonal Florida y ahora la mayoría se encuentran asinados en calle Perú.
Lourdes Cambacho, ecuatoriana de artesanías tradicionales que recorrió algunos países de Latinoamérica con su trabajo, cuenta que “es muy complicado cuando te dedicas a esto, la policía te persigue, te tratan mal. En Chile y Bolivia es lo mismo. Acá nos iba bien, pero nos quieren correr de todas partes y estamos acostumbrados, en este trabajo hay que moverse.”
Gustavo, cabeza del “Proyecto Rizoma” que consiguió el espacio de peatonal Perú para la artesanía en el 2007, relata que “ciertos fiscales reconocieron la autonomía del trabajo artesanal en su jurisprudencia, acreditando espacios como en Plaza Dorrego. Pero el gobierno de Tellerman no aceptó esto y empezó la persecución. Con Macri las cosas empeoraron. Al denunciar esto intervino la justicia y todo sigue así por ese medio, no hay ley que nos proteja.”
De este modo, esta calle tampoco es segura, de Perú también los tratan de desalojar. Según cuenta la artesana Bárbara Álvarez “en diciembre pasado se firmó una ley que derogaba un artículo para sacar la calle Perú del sistema de ferias y por ende esto acreditaba el desalojo. Pero se pidieron medidas cautelares, para que se vaya frenando la medida hasta que no se de una respuesta, osea si vos me vas a sacar de acá donde me vas a dejar.”
Un problema que no distingue banderas, ni ocupaciones. Si bien la reventa es abiertamente ilegal, el oficio del artesano de piso funciona sólo al velo de la protección judicial, en algunos sectores, y es que el año pasado la ley que los protegería no juntó los votos suficientes para su sanción. No son revendedores, tampoco manteros, pero quieren reubicarlos con todos ellos en la Plaza Roberto Arlt, un lugar oculto para su comercio.
Es por eso, que aun los vemos ahí clamando justicia, con sus paños al asecho y luchando por un sitio seguro en el sobrepoblado suelo de Peatonal Perú.
Para la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas) la importancia de la producción artesanal no radica en los productos artesanales por sí mismos, sino en la preservación de las competencias y los conocimientos que permiten su creación y por ello promueve trabajar por la conservación de las técnicas artesanales tradicionales.
En Cuba los “buenos” artesanos se agrupan como miembros de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), reciben un carnet que garantiza la comercialización y promoción de sus obras a través de instituciones estatales dentro del país y en el exterior. Mientras en España pueden acceder a la obtención del Carné artesano, para acreditar su autenticidad.
En Colombia existe la denominada Artesanías Colombia S.A. encargada de consolidar la actividad artesanal como generadora de negocios y empleos sostenibles. Es de carácter económico mixto por lo que en su estructura organizacional existen cargos designados por el estado y otros a libre disposición de la entidad.